
Después de cruzar el polvo y la tierra del exterior, nos recibieron en una casa y nos guiaron a dos habitaciones del fondo, preparadas especialmente para nuestro grupo, separadas por género. Habían servido pizza y pollo frito para darnos la bienvenida como visitantes extranjeros. Mi amiga y yo entramos en la habitación con las mujeres y los niños de la familia, quienes se acomodaron con nosotras para compartir el tiempo juntas. Para la mayoría de ellos, era la primera vez que conocían a alguien de otro país.
“Las niñas que están aquí son de la casa de al lado. A su papá lo llevaron a un centro de detención la semana pasada”.
La situación de los locales en esta zona es muy difícil. Para mantener su estatus legal, deben pagar cuotas para renovar sus documentos de residencia. Pero conseguir trabajo es casi imposible. Se da preferencia a los ciudadanos nacionales, no a refugiados ni inmigrantes. Entonces, para sobrevivir, sus opciones son trabajar sin contrato o emprender algún pequeño negocio, como vender ropa de ciudad en ciudad. Si no logran reunir el dinero suficiente para pagar los documentos, pierden su estatus legal y los padres pueden ser arrestados y llevados a centros de detención.
Y, sin embargo, frente a tanta necesidad, mostraron una hospitalidad impresionante. Nos recibieron como parte de su familia, nos ofrecieron un banquete, se vistieron con lo mejor que tenían y se alegraron al demostrarnos amor y honra. Oro para que, a pesar de vivir escondidos y olvidados en este país, ellos puedan encontrarse con el Señor que quiere lavarles los pies, ungir sus cabezas con aceite y cubrirlos con honra y dignidad.
- Ora por provisión para las familias rohinyás. Ora por empleadores compasivos que estén dispuestos a abrir puertas para ellos.
- Ora para que los rohinyás en este país se encuentren con el Señor que los ve, los conoce y se preocupa por ellos.
- Ora para que el Señor sea conocido como Padre para los que han quedado sin padre.