Nura tiene 48 años. Se le puede encontrar la mayoría del tiempo jugando con su nieta mientras mastica nuez de betel o intenta tomar una siesta. Sus curris son deliciosos, pero tan picantes que pueden causar molestias duraderas. Cuando la conocí, vivía en una pequeña casa con un jardín productivo y gallinas. (¡Algunas de esas gallinas terminaron en el curry picante!) Ahora, Nura vive en el séptimo piso de un apartamento sin posibilidad de cultivar nada. Me dice que eso la entristece.
En los años desde que me “adoptó” como parte de su familia, Nura me ha contado muchas historias de su vida en Myanmar. Hay historias desgarradoras, como cuando su hermano fue asesinado mientras intentaban huir. Pero también hay muchas historias hermosas sobre la familia, festivales, la naturaleza y las estaciones cambiantes. En Myanmar, la familia de Nura tenía una casa sencilla de bambú y mucho espacio para cultivar plantas y criar animales. Su favorito (además de la carne de res fresca) eran los abundantes peces que su esposo, Rashid, traía a casa. ¡Era —y sigue siendo— muy hábil con la red de pescar! Rashid ya no puede ir a pescar con frecuencia porque trabaja muchas horas.
Una de nuestras actividades favoritas juntos (además de comer) es contar historias sobre Dios. Compartimos relatos de los profetas Adán, Noé, Abraham y José. Cada semana, ella quiere que se las cuente una y otra vez. A menudo me ha dicho cómo imagina el cielo: con ropa hermosa, oro y carne de res sin fin. Mientras espera una vida mejor en el futuro y recuerda la tierra natal a la que no puede regresar, la idea del cielo le brinda consuelo.
- Por favor, oren por Nura y su familia: que sus corazones estén abiertos a las historias de Jesús y a la esperanza que Él trae.
- Oren por los rohinyás que anhelan volver a casa: que puedan encontrarse con Jesús, confiar en Él y tener una esperanza expectante del cielo.