
“Fui forastero y me recibisteis…” Mateo 25:35
Mudarse a un nuevo país es difícil, especialmente para un refugiado. Los rostros, lugares, idioma, olores, paisajes y sonidos son desconocidos. Hay una crisis de identidad cuando te das cuenta de que lo que siempre has sido no encaja fácilmente en esta nueva tierra. Debes ser flexible, cambiar y morir a lo que conocías para abrazar lo desconocido. Una sola palabra puede marcar la diferencia en la adaptación de una persona a un nuevo país… Bienvenida.
Cuando mi familia se mudó a Asia, Nura fue quien nos dio la bienvenida. Desde la primera semana, insistió en que cenábamos en su casa. Y para ella, cenar significaba realmente pasar todo el día allí y comer todas nuestras comidas juntos. Aunque ella misma no fue bienvenida en ese país, encarnó la bienvenida que nunca recibió.
Recientemente, Nura fue reasentada en Estados Unidos, y por providencia divina, fue a parar a una ciudad por la que yo iba a pasar durante solo cinco días. Esta vez los roles se invirtieron, y fue nuestro gran gozo recibirla, esperándola con flores y abrazos cuando ella y su familia salieron por la aduana en el aeropuerto.
Nura lloraba, y cuando le pregunté si estaba triste, me dijo: “No, estoy tan, tan feliz”. Por primera vez en su vida, Nura y su familia pueden vivir legalmente en un país sin temer por sus vidas. Pueden trabajar legalmente, enviar a sus hijos a la escuela y tendrán la oportunidad de convertirse en ciudadanos estadounidenses. Por primera vez en su vida, son bienvenidos.
- Ora por Nura y su familia en su proceso de adaptación como refugiados reasentados en América.
- Ora para que los refugiados reasentados experimenten la bienvenida del Cuerpo de Cristo en sus nuevos países.
- Ora para que muchos más rohingya experimenten los brazos acogedores de Cristo.